En el año 2009 realicé un Erasmus en Grenoble, Francia. Un amigo mexicano que conocí allí no llevaba muy bien la comida que le daban los franceses. Su madre, para mirar de levantarle el ánimo y el apetito, le envió una caja con todo su amor, un par de botellas de tequila y sus productos favoritos.
Cuando llegó la primavera, solíamos reunirnos a hacer barbacoas y beber vino barato. Un día, sentados en un parque, mi amigo nos ofreció una bolsa de cacahuetes que le había enviado su querida mamita.
Pensando todos que eran cacahuetes normales, nos llevamos a la boca un puñado de golpe.