Os confesaré algo. Normalmente, yo no consigo las cosas a las primeras. Más de una vez me han dicho que no, me he sentido una mierda, y tras insistir y preguntar el porqué, he tenido una segunda oportunidad. Y ahí sí que no se me ha escapado lo que yo quería.
Para que no suene a palabrería tonta, os daré un ejemplo:
En Febrero de 2010 acabé mis estudios. A mi pareja le dieron una beca para ir a trabajar por 7 meses a Ámsterdam y yo me fui allí con ella a buscar trabajo. Una mañana, después de que ella se hubiera ido a trabajar, me puse a desayunar unos cereales de la marca Quaker. Le di la vuelta al paquete y vi que estaban hechos por la empresa Pepsico.
Yo pensaba que Pepsi solo hacía bebidas, pero tras buscar en internet, vi que el grupo Pepsico era una de las marcas de alimentación más grandes que existen y que entre ellas producían las patatas Lays o los productos de Matutano que tanto había disfrutado en la infancia.
Me metí en la web de la empresa y vi que tenían algunas ofertas. Como Ingeniero Químico e Industrial, me puse en contacto con ellos y les envié mi CV y una carta de motivación para un puesto en R&D.
La respuesta fue la que ocurre muchas veces: sintiéndolo mucho, su perfil no encaja con lo que buscamos. Como no era la primera vez que esto me pasaba, les contesté preguntando qué era lo que no encajaba de mi perfil, y para sorpresa se dignaron a contestar diciendo que ellos buscaban a alguien con estudios en alimentación y no en química.
Ese día empecé a aprender que los estudios universitarios tienen diferentes nombres según el país, y que la etiqueta ingeniero industrial que tan bien sienta y vende en España para trabajar en lo que sea, fuera de nuestras fronteras no servía para nada.
Así que volví a contestar diciéndoles que creía que se equivocaban ya que en mi país eran esos los estudios necesarios para ese tipo de oferta. La amable chica de Recursos Humanos me dijo que volvería a consultarlo con la persona del departamento contratante, y pasados unos días volvió a contestar diciéndome que aunque estaban impresionados con mi CV, creían que no era la persona para esa posición. (Siempre me ha encantado leer lo políticamente correcta de las respuestas estándar de la gente de Recursos Humanos)
Incrédulo por la situación, le pedí por favor que me invitaran a una entrevista para que me pudieran conocer, y así salir todos de dudas de si mi perfil encajaba o no con la oferta. Me habían dicho ya dos veces que no, pero yo volvía a insistir.
Y para sorpresa, accedieron.
Hice una primera entrevista y les convencí. Tuve que asistir a una segunda entrevista y a un test y al final conseguí el trabajo. Una vez en la empresa, el que acabó siendo mi jefe fue el que me explico cómo había ido el proceso: al haber insistido tantas veces a la persona de RRHH, ella se acercó a él para explicarle que había un candidato que era ingeniero químico que no paraba de insistir por ese puesto (3 veces en total!!!). Ella creía que no era compatible con el puesto, pero tras tanta insistencia, quería salir de dudas. El que acabó por ser mi jefe, que no era holandés y había trabajado en otros países antes, dijo al momento que un ingeniero químico era más que idóneo para esa posición, así que accedieron a entrevistarme.
La moraleja que pude sacar de esta historia es que cada vez que uno llama a una puerta y recibe la respuesta que no esperaba, que vuelva a llamar y vuelva a insistir si de verdad está convencido de lo que hace. Si es así lo conseguirá.
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¿Quién ha escrito este Post?
José Conde es Ingeniero Químico e Industrial. Trabaja en Alemania para una multinacional desde hace 1 año y medio. Desde hace 3 años que vive en el extranjero. Es el creador de Cerebro a la Fuga
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